¿Qué es la empatía?
La
empatía es la capacidad de entender
los pensamientos y emociones ajenas,
de ponerse en el lugar de los demás y compartir
sus
sentimientos.
No
es necesario pasar por las mismas vivencias y experiencias para
entender mejor a los que nos rodean, sino ser capaces de captar
los mensajes verbales y
no verbales que la otra persona nos quiere transmitir, y hacer que se
sienta comprendida de manera única y especial.
De
ahí la
importancia de una buena comunicación emocional en la familia desde
el principio.
La
capacidad para la empatía se desarrollará más fácilmente en
aquellas personas que han vivido en un ambiente en el que han
sido aceptadas y comprendidas,
han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto como
se vivía la preocupación por los demás...
En
definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado
cubiertas desde los primeros años de vida.
¿Cómo expresar la empatía?
Hay varias formas de expresar empatía.
Una
de ellas es hacer
preguntas abiertas.
Preguntas que ayudan a continuar la conversación y le hacen ver a la
otra persona que estamos interesados por lo que nos está contando.
Es
importante, también, intentar avanzar
lentamente en el diálogo,
de esta forma estamos ayudando a la otra persona a que tome
perspectiva de lo que le ocurre, dejamos que los pensamientos y
sentimientos vayan al unísono y nos da tiempo de asimilar y
reflexionar sobre el tema.
Antes
de dar nuestra opinión sobre el tema, debemos esperar a tener
información suficiente, cerciorarnos de que la otra persona nos ha
contado todo lo que quería y de que nosotros hemos escuchado e
interpretado correctamente lo esencial de su mensaje.
En
ocasiones los otros no necesitan nuestra opinión y consejo,
sino saber
que los estamos entendiendo y
sintiendo lo que ellos nos quieren transmitir.
Cuando
tengamos que dar nuestra opinión sobre lo que nos están contando es
muy importante hacerlo de forma constructiva, ser sinceros y procurar
no herir con nuestros comentarios.
Para
esto es muy importante ser
respetuoso con los sentimientos y pensamientos de la otra persona y
aceptar abiertamente lo que nos está contando.
Es
aconsejable tener una buena predisposición para aceptar las
diferencias que tenemos con los demás, ser
tolerantes y
tener paciencia con los que nos rodean y con nosotros mismos.
Aunque
ser tolerante no quiere decir que tengamos que soportar conductas que
nos hacen daño o que pueden hacer daño a otros, sino aceptar,
comprender y respetar las diferencias.
Fuente:
PULEVA