#JuanCarlosPARODI, desarrolló una técnica revolucionaria para tratar #aneurismas #abdominales. Es nuestro de vecino de #San Isidro, #ARGENTINA
#JuanCarlosParodi, el médico que rompe récords. Opera, cura e inventa. Desarrolló una técnica revolucionaria para tratar aneurismas abdominales. Nuestro vecino de San Isidro!
El amor, a veces, es puntual. Todos los días, a las siete y media de la mañana, el doctor Juan Carlos Parodi (73) arranca sus actividades con un beso a Tati, su mujer. Y del cariño en casa se va a recibir el afecto de pacientes y discípulos.
Es
difícil no quererlo. En 40 años de carrera, les salvó la vida a
miles de personas. Entre ellas, a celebridades como el Papa Francisco
o el príncipe Rainiero de Mónaco. Con eso alcanzaría para coronar
una carrera médica brillante.
Pero
Parodi hizo más: desarrolló una técnica para tratar aneurismas
abdominales (un problema que puede aparecer después de los 60 años)
y así, directamente, logró bajar a la mitad la cantidad de muertes
de hombres y mujeres con graves problemas vasculares en todo el
mundo.
Eso
explica por qué, en los pasillos de los sanatorios donde atiende,
resumen sus logros con una sola palabra: eminencia. Y
entre sus colegas, de aquí y de otros países, se lo reconoce
como maestro.
Es una especie de médico MacGyver (ese aventurero de la TV que
siempre salía de problemas a partir de su ingenio) porque inventa y
salva vidas.
Según
el libro Guinness de los Récords, es el científico latinoamericano
con más patentes de procedimientos médicos registradas en el mundo:
280. Y son técnicas valoradas y utilizadas en todo el planeta. Antes
de Parodi, para solucionar aneurismas abdominales –que ocurren
cuando el vaso sanguíneo grande que se conoce como aorta (que irriga
el abdomen, la pelvis y las piernas), se agranda o se ensancha
anormalmente–, había que abrir la panza. Si la persona era muy
mayor, el riesgo de morir era alto.
Después
de Parodi, hasta un anciano puede superar ese cuadro e irse a su casa
caminando, al día siguiente de pasar por el quirófano. Parodi, con
una pequeña incisión en la ingle y la colocación de una
endoprótesis que él mismo inventó (un pitutodel
tamaño de un cigarrillo), logró una solución nueva. Hoy conviven
las dos técnicas, pero la suya fue reconocida por la Escuela de
Medicina de la Universidad de Harvard como uno de los grandes cambios
en los procedimientos médicos de los últimos 100 años. Un salto
revolucionario.
Mañanas
de San Isidro. Después
de un desayuno con dos tostadas con queso descremado y dulce bajas
calorías –que Tati le suele llevar a la cama–, Parodi lee el
diario, se ducha y dos veces por semana opera todo el día en el
Sanatorio Trinidad de San Isidro o en la Clínica Adventista de
Belgrano. Otros dos días tiene consultorio y el restante lo dedica a
reuniones sociales o científicas con sus discípulos. Los fines de
semana los comparte en familia. A veces juega al golf (dicen que lo
hace bien), una de sus pasiones junto con la música.
Viva se
coló en su agenda semanal y lo visitó en su casa de San Isidro.
Living amigable, un escritorio con un piano, donde a pedido
del público teclea As
Time Goes By,
la canción de la película Casablanca.
Para entender la pasión que pone en sus tareas y el nivel de
agradecimiento de sus pacientes célebres, hay que hacer foco en una
pared. En los años ‘90, de un camión, dos personas le bajaron un
cuadro enorme, de un metro por un metro y medio, y se lo dejaron
amablemente apoyado sobre la puerta. “Se lo envía Amalita”, le
dijeron. Un cuadro importante preside desde entonces la sala
principal de su cálida casona. Amalita, claro, era María Amalia
Sara Lacroze de Fortabat, la dama del cemento, y el regalo, un
reconocimiento (grande) a la maestría providencial de Parodi en el
quirófano.
¿Cómo
se le ocurrió crear una endoprótesis?
Yo
tenía 34 años cuando pensé que a los aneurismas se los podía
tratar de una manera menos agresiva. Veía muchos casos resueltos de
forma cruenta y sentí el impulso de cambiar esa situación.
En
ese momento trabajaba en la Cleveland Clinic, de los Estados Unidos.
Había terminado mi residencia y estaba muy impresionado por el
trauma que representaba la cirugía convencional, que abría
muchísimo el abdomen del paciente y mucho más si el problema se
extendía al tórax. Me preguntaba si no había otra opción para
tratarlos.
Ese
tipo de aneurisma es la quinta causa de muerte en los hombres de más
de 60 años. La mayoría de esos pacientes llega a ese cuadro con
otras situaciones asociadas: son personas que, al someterlos a la
cirugía convencional, se los colocaba en una situación de alto
riesgo. Con el procedimiento que desarrollé se logró bajar la
mortalidad en un 50 por ciento.
Y
hoy se podría decir que el riesgo de esas intervenciones es
prácticamente cero.
Fuente: Clarin VIVA