CRISTALES


CRISTALERÍA FINA: Un truco imprescindible para lavar a mano las copas de cristal fino y bueno, consiste en llenar la pila de agua tibia jabonosa (no demasiado caliente porque una dilatación brusca del cristal lo rompería), introduciendo las copas de costado, nunca de pie (para que la temperatura del agua afecte equilibradamente a toda la superficie de la copa). De esta manera no se romperán al lavarlas.

CRISTALERÍA SIN BRILLO: Para que las copas o vasos de tu cristalería recuperen el brillo perdido, introdúcelos en un remojo de agua caliente a la que añadirás un puñado de sal. Luego, aclara rápidamente y seca con un paño que no deje pelusa ni hilos.
Si notas que las piezas están algo opacas, lávalas utilizando agua jabonosa y una esponja suave.  Después, aclara bien e introdúcelas, una a una, en un recipiente con agua en el que habrás vertido el zumo de dos limones.   Escurre y seca. ¡Brillarán como nunca!

CRISTALES LABRADOS O GRANULADOS: Los cristales labrados o granulados no son fáciles de limpiar y siempre acaban acumulando polvo y suciedad. Por eso, la mejor forma de limpiarlos consiste en utilizar un cepillo de la ropa viejo mojándolo en una mezcla de agua, amoníaco y alcohol de quemar. Finalmente, aclara bien y seca.

CRISTALES SIN PEGATINAS: La mejor forma de hacerlo es mojando un paño en vinagre caliente y frotando con energía hasta que la pegatina se empape bien. 
Una vez humedecida saldrá sola.

CRISTALES SIN SOMBRAS: Lo más molesto de limpiar los cristales de casa es que, según cómo entre la luz, se ven reflejos que estropean la limpieza que se ha hecho. ¿Quieres evitarlo? Elimina primero el polvo de los cristales, después aplica una mezcla de agua y amoníaco con un paño y, a continuación, rocía con el limpia cristales que uses y repasa bien con papel de periódico. Te darán más trabajo pero realmente quedarán impecables.